Hoy, a una año de la partida física de la inigualable “ARTISTA” Rosita Fornés, la volvemos a pensar, tan inmensa, tan extraordinaria y además, tan cubana, habiendo nacido en Nueva York.

Su ejemplo como digna representante del arte nos hace darnos cuenta que, no hace falta haber nacido en Cuba para amarla y respetarla. Seguro estoy que, como todos, sufrió incomprensiones y se enfrentó a miles de dificultades para hacer su buen arte, en el cual, nadie pudo percibir que antes existieran. El amor, la pasión y el respeto por el arte y por su público, jamás la dejaron sola en el escenario; fueron para la Rosa de Cuba sus premisas.

Hablar de la Vedetíssima en pasado es imposible para este humilde comunicador. Pasarán muchos años de viaje a la eternidad y seguirá en el recuerdo de los que, un día, en los teatros de todo el país la disfrutamos, la aplaudimos hasta el cansancio y hasta le dimos gritos de: “Bravo Rosa”.