La interrogante constituye punta de lanza para análisis y debates en congresos y cónclaves como los últimos de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). La pregunta incita a respuestas concretas.
Dentro del objetivo de mira sitúan con frecuencia a la deficiente labor de medios de difusión y periodistas culturales, así como la escasez de espacios para el ejercicio de este tipo de decantación cultural. ¿Será el fenómeno tan blanco y negro?
La interrogante constituye punta de lanza para análisis y debates en congresos y cónclaves como los últimos de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). La pregunta incita a respuestas concretas.
Dentro del objetivo de mira sitúan con frecuencia a la deficiente labor de medios de difusión y periodistas culturales, así como la escasez de espacios para el ejercicio de este tipo de decantación cultural. ¿Será el fenómeno tan blanco y negro?
Si bien el hecho artístico contemporáneo pinareño, con su fracturación y multiplicidad de discursos, incita a una revisión de la actividad crítica en todas sus variantes, la total responsabilidad no es ni de cerca de la prensa. Valdría entonces preguntarse bajo qué condiciones se produce este fenómeno artístico hoy en Vueltabajo. ¿Existe en el territorio?
Las réplicas pueden ser rápidas y concisas. El panorama cultural de la provincia respira una ausencia alarmante de un pensamiento polémico sobre la producción del patio. Cada día en inauguraciones de muestras plásticas y palabras de catálogos tanto de estas como de manifestaciones escénicas o musicales, así como en artículos sobre publicaciones literarias se difunde un discurso de loas e incapaz de afirmar nada negativo.
Un adormecimiento en el debate sobre el quehacer del territorio emerge desde una marcada complacencia con la aceptación de cualquier realización artística, y en una patente falta de rigor en el análisis formal y conceptual del producto o servicio.
Todo es bueno, todo tiene calidad, todo es arte; no existen riesgos en el criterio, o puntos de vistas conflictivos sobre la obra creada en suelo pinareño.
Las alabanzas públicas, ya sea en medios, revistas, espacios institucionales se convierten en carta credencial, que lejos de mostrar una excelsa calidad en la generación creativa, es símbolo de la incapacidad de filtrar artistas y arte. Heriberto Acanda, director de la galería Arturo Regueiro, así lo alerta: “se pierde la distinción entre el buen y el mal quehacer y un relativismo cultural se adueña de las manifestaciones visuales”. En las otras aristas el hecho se repite.
“El lenguaje de la crítica se ha convertido en esotérico y difícil, o bien condescendiente y descriptivo. Consumimos textos inexpresivos, en una tendencia de ornamento narrativo con el único valor del poema, sin función concreta, convirtiendo la reseña en una lírica de palabras pintadas”, enfatiza el especialista.
La crítica, en sus múltiples formas, compete a todos, y no solo al periodismo cultural. Y en ello también influyen los modos y soportes de confección sin caer en dos polos bien distantes pero igualmente ineficaces: uno primero, caracterizado por la edulcoración, que solo trata de ver lo bello de la obra y simplemente adorna con palabras lo que debería ser un verdadero razonamiento; el otro, de carácter críptico, se basa en un metalenguaje que prácticamente es para entendidos y que hace también se pierda un público.
Unido a ello concurre una pasividad para dialogar sobre arte, ya los artistas casi no se reúnen periódicamente para cuestionarse y reflexionar sobre sí mismos, salvo en las propias citas gremiales previas a cónclaves o cierre de ciclos.
Los espacios están: existen varias publicaciones impresas y digitales en el territorio, peñas y tertulias convergen por doquier, y los medios tienen puertas abiertas para tales fines, no solo desde una mayor capacitación sobre el tema a quienes ejerzan el periodismo cultural, sino con la invitación a profesionales para que rubriquen criterios. Bienvenida es la polémica, siempre que se asuma desde la especialización y el respeto y sin posesionarse en pugnas individuales ni luchas de cacicazgos.
Es responsabilidad de los críticos, artistas e intelectuales vueltabajeros, erradicar totalmente las posiciones complacientes y actitudes de obediencia, inactividad o inoperancia ante la escasez de espacios de expresión y debates socioculturales.
El ejercicio del criterio crea la herencia cultural, no puede basarse en el conformismo y la autoconservación, debe estar orientado a eliminar el silencio y la pasividad. Pinar puede generar arte de mejor o peor calidad, pero ante esta creación: ¿tiene la crítica que merece?