Parecen tristes nuestras instituciones culturales. Este distanciamiento que ha impuesto la COVID 19 nos hace sentir el dolor de ver los escenarios vacios. Mucho creemos no ser los mismos, ni regalar la alegría de siempre. Pero, hombres y mujeres de grandes corazones que, llevan en sus mentes colibríes, no pueden sentarse a descansar durante largos periodos sin que les brote amor de sus entrañas.
Es un periodo largo, ya casi un año de epidemia en Cuba y la cultura con sus artistas no han perdido su esplendor habitual. Muchos son los proyectos que desde las redes sociales se han gestado, muchas han sido las nuevas composiciones musicales creadas, musicalizadas y hasta grabadas, las coreografías listas, los poemas que han surgido y las obras plásticas que han visto la luz. También, los hemos visto contribuir allí, donde el dolor del hermano se hace sentir y nos damos cuenta que, no somos más que simples mortales, minúsculos, en manos de un poderoso virus para el cual, no existen los súper héroes.
Los artistas, intelectuales y trabajadores de la cultura, con su épica obra, siempre están cerca y forman parte del pueblo, seguros del papel que tienen para enaltecer la espiritualidad del ser humano. En este momento, al parecer apocalíptico, no se deja de soñar ni de crear para el otro, ese ser que espera siempre la sanación provocada por el arte. Utilicemos la experiencia vivida para poner, como siempre, en primer lugar el amor y la creación, para seguir cultivando arte, donde antes solo hubo espinas.