La Galería de Arte Arturo Regueiro de la capital provincial, dejó oficialmente inaugurada la exposición personal “Como si fuera una guitarra” del destacado artista cienfueguero miembro de la UNEAC, Vladimir Rodríguez Sánchez.
Un total de 60 obras conforman la muestra, la instalación como nueva concepción estética, contribuye a diversificar las esencias del grabado como manifestación polisémica y versátil en el tratamiento y reconocimientos de las problemáticas sociales cubanas y universales, la insularidad y la palma real, se presentan como rasgos distintivos y expresivos de identidad.
Los elementos y símbolos nacionales conforman la isla de Cuba, la técnica gráfica, punta seca, permite al artista desde la frescura y expresividad de las líneas, interactuar iconográficamente con el público incluyendo lo lúdico y hasta el ingenio de la ornamentalidad.
La Galería Regueiro como si fuera una guitarra, desprende melodías y sonidos, institución amplificadora de utopías engalanadas de sueños pintorescos donde la figura humana y la palma denota un sujeto pensante y participativo.
La obra de Vladimir Rodríguez, se consolida y fundamenta desde una visión comprometida con la cultura popular, lo simbólico (re)aparece inevitablemente en cada una de las composiciones, como vocación de integración y de socialización de los valores esenciales de la creatividad y de nuestras cultura.
La palma real, llega como un suspiro, capaz de proyectarse sin excesos, la elegancia del dibujo se presenta sin detalles tortuosos o fingidos llega al espectador como la luz eterna de un dulce beso.
La diversidad de mirada e interpretaciones de nuestro contexto local, constituyen aspectos complementarios de una enorme tarea de revelación y afirmación de cómo somos y hacia dónde vamos.
En “Como si fuera una guitarra”, la isla caribeña se viste de melodías, Vladimir con gran poder de síntesis, hace de la presencia del cuerpo humano una gramática, un lenguaje cifrado, asumiendo la vida desde una significación más compleja.
El hombre y su existencia permanente en la obra, expresa el perenne sacrificio en el largo camino de la vida y la agresividad del medio, en esta única pieza gigante, todos formamos parte, participamos, o nos mantenemos excluidos.
Rodríguez Sánchez, es un fiel continuador de sí mismo, no requiere de elementos contextuales para subrayar ideas, son claras; sin necesidad de fábulas o alegorías, rescata la belleza de las formas en una insólita conjugación de metáforas y objetividad.
Sus personajes gracias al dominio técnico y la calidad formal de su dibujo, desenvueltos sueñan y gozan del intento único de la vida. Su creación plástica polariza registros en torno al individuo, en un cuestionamiento sutil de su propia identidad como si fuera una guitarra.