Lejos estarían de imaginar sus creadores Luciano Beiran, Noel Gorgoy y Carlos Piñero, que aquel proyecto muy serio creado en 1994, pero que, como todo lo nuevo trae la mirada insegura de algunos, llegara a ser una de las agrupaciones de las artes escénicas que en vueltabajo acapararan la atención de todos.

Es Titirivida a sus 26 años de creado, paradigma del teatro para niños y muestra de cuanto se logra, cuando se pone a volar la creatividad. Con un repertorio profundamente martiano, exhaustivo análisis de sus guiones para las puestas en escena, un apasionamiento infinito para la creación de los títeres, imaginación desenfrenada de sus elementos escenográficos y atrezos para cada obra, unido a muy buen gusto, pudieran ser las claves del éxito de esta unidad artística.

El talento y la entrega desmedida de cada actor, colocado en el rol preciso, logran ese mundo maravilloso y mágico que perciben los infantes sobre la escena. Concatenar las ideas de ese trabajo colectivo y colocar en justa medida cada detalle, es tarea que corresponde al director quien pone todo su amor para el éxito final de la presentación.

Un verdadero arcoíris de colores, música y mucha fantasía es lo que ocurre en todos sus espectáculos. Rostros de niños emocionados y de padres que regresan a su infancia es el producto final de cada puesta. Nada logra premiar más a estos artistas que los interminables aplausos como lluvias de cariños que reciben de su público infantil. Así, disfrutando, hacen verbo siempre el Martiano pensamiento de: “Para los niños trabajamos, porque son los niños los que saben querer. Los niños son la esperanza del mundo”.